LA PRIMERA REVOLUCIÓN LIBERAL EN ESPAÑA:
El periodo 1.808 – 1.814, primero del reinado de Fernando VII, fue trascendental para la historia de España por tres razones:
- La crisis institucional
- La Guerra de la Independencia contra los franceses
- La Revolución Liberal operada en Las Cortes de Cádiz
La crisis institucional: Napoleón, una vez proclamado emperador en 1.804, trato de imponer un dominio hegemónico, político y familiar sobre Europa.
Aliado con Carlos IV, suscribieron ambos el Tratado de Fontainebleau (1.807), cuyo cumplimiento en versión del emperador no debía tener más objeto que el de autorizar la entrada de las tropas francesas en la península, para en unión de las españolas, llevar a cabo una acción conjunta contra Portugal, aliada secular de Inglaterra y opuesta a colaborar en el bloqueo continental decretado por Bonaparte contra Gran Bretaña.
Sin embargo, las tropas francesas que penetraron en España no se limitaron a encaminarse hacia Portugal, sino que fueron ocupando las plazas fuertes españolas.
Ante ello, el Primer Ministro Godoy intenta huir con la familia real y los órganos de gobierno a América. Pero un golpe palaciego: Motín de Aranjuez (17 – 19 de marzo de 1.808) dirigido por nobles y militares, provocó su caída y obligó a Carlos IV a abdicar en su hijo Frenando. Era la primera vez en que el derecho hereditario se veía forzado por una imposición exógena.
El cambio de monarca no evitó la invasión francesa como los rebeldes esperaban, por tres motivos:
1. Carlos IV no aceptó la pérdida de la Corona realmente.
2. A consecuencia de aquello, Fernando VII, que hubo de trasladarse a Bayona con el fin de impedir que con ayuda de los franceses, su padre fuera repuesto en el trono, fue arrestado por el Emperador.
3. Sobre todo porque Bonaparte había decidido ya convertir la invasión de Portugal en ocupación de toda la península
Así se llegó a la crisis institucional en las abdicaciones de Bayona, es decir, a la sustitución de los Borbones por un miembro de la familia napoleónica: José I Bonaparte
El levantamiento nacional y la Guerra de la Independencia: pero Napoleón, que supuso que el pueblo español se avendría con suma facilidad tanto al cambio dinástico efectuado en Bayona como a otras reformas políticas, no estuvo acertado en aquella ocasión.
Resultó que a la hora de la verdad, sólo una minoría de españoles (los afrancesados: hombres formados en la ilustración y en su mayoría intelectuales) aceptó la sustitución de Fernando VII por José I, jurando la llamada Constitución de Bayona, que había sido aprobada por una Asamblea de Notables reunida en Junio por Napoleón en aquella ciudad.
La Guerra de la Independencia: comenzó con el levantamiento en Madrid, el 2 de Mayo de 1.808, de la multitud congregada ante el Palacio Real, cuando los franceses pretendían llevarse a la fuerza al infante Francisco de Paula (hermano menor de Fernando VII) para trasladarlo a Bayona. En adelante la lucha así iniciada pasaría por tres etapas diferentes:
1. La primera etapa se extiende desde mayo hasta julio del año 1.808, en el que la iniciativa correspondió casi siempre a los ejércitos franceses, pero el éxito sonrió a los españoles. Tras los alzamientos de mayo (acompañados por la deposición de las autoridades afectadas a los planes napoleónicos y por la creación espontánea en las provincias de Juntas para defender los derechos soberanos de Fernando VII), fueron los franceses quienes amparándose en su mejor organización y superioridad numérica, iniciaron la ofensiva en gran escala para apoderarse rápidamente del país. Sin embargo, los planes fracasaron gracias en parte al heroísmo de algunos contingentes españoles, pero sobre todo a la concepción estratégica utilizada por Napoleón, dejó en poder de los sublevados el control de las comunicaciones, al tiempo que tuvo que obligar a sus propias fuerzas a diluirse en los diversos frentes de ataque.
Así los españoles consiguieron rechazar a sus enemigos en Zaragoza, Valencia y Gerona, y con un improvisado ejército regular dirigido por el General Castaños, derrotarlos incluso en Despeñaperros, en la ruta de la Meseta de Andalucía (Batalla de Bailén, el 19 de Julio de 1.808)
2. La segunda etapa se extiende hasta finales de 1.810, dando comienzo con la llegada a España en el otoño de 1.8087 de propio Napoleón y de 250.000 hombres. Durante esta fase se pasó por dos situaciones totalmente distintas.
En la primera el éxito acompañó a los franceses gracias sobre todo a la presencia del propio Napoleón, que en una fulgurante campaña aniquiladora se apoderó de Burgos y Madrid (04.02.08), obligó a la Junta Central (que se había constituido como Gobierno único con representantes de las Juntas Provinciales) a trasladarse a Sevilla y forzó a los ingleses (que habían desembarcado en Portugal y penetrado en Galicia, en persecución de los franceses) a reembarcar en La Coruña.
En 1.809, casi todas las ciudades y grandes rutas españolas habían pasado a ser dominadas por los franceses.
No así en el campo, en el que proliferaron Las Guerrillas: grupos de paisanos armados, en número variable de una docena a quinientos, que han sido caracterizados por su perfecto conocimiento del terreno (de allí sería precisamente de donde surgiría la reacción que dio la tonalidad a la segunda situación a que nos referíamos).
Durante ella, los franceses continuaron siendo los dueños de la mayor parte de España (incluso de Anadalucía, de la que se apoderaron en Enero de 1.810, coincidiendo con el cese de la Junta Central y la creación de una Regencia como Gobierno de la España Independiente); pero correspondió a la Guerra de Guerrillas el protagonismo del conflicto.
3. En la tercera etapa (1.810 – 1.814), la acción combinada de las guerrillas (con caudillos geniales como Merino, Espoz y Mina, El Empecinado) y los ataques de los ejércitos regulares de España e Inglaterra (a cuya cabeza se hallaba Sir Arthur Wellesley) obligaron a iniciar la retirada a los franceses, sobre todo después de haber tenido Napoleón que llamar de España a unos cuantos miles de hombres para enviarlos al frente de Rusia.
Victoria tras victoria (Arapiles, Vitoria y San Marcial), España pudo considerarse victoriosa a comienzos de 1.814 frente a las fuerzas de Napoleón.
Fernando VII, libre en realidad desde la firma del Tratado de Valencia (Diciembre de 1.813), regresaría al país en marzo de aquel año.
La Revolución Liberal de las Cortés de Cádiz: antes de que sucediera tal hecho, ya había tenido lugar la citada revolución liberal española.
El momento inicial de ésta, aparte del precedente del motín de Aranjuez y las abdicaciones de Bayona, debe situarse en Septiembre de 1.810, cuando la Regencia que sustituye a la Junta Central mandó reunir Cortes en Cádiz (no según lo establecido en la Constitución histórica española, por estamentos; sino al estilo de la revolucionaria Asamblea francesa de 1.789, en Cámara Unica y voto por cabeza).
Las Cortes Gaditanas, como aquella Asamblea, trabajaron por desarticular el Antiguo Régimen y crear las bases del sistema liberal español, todo ello mediante cuatro grupos de reforma:
- Una primera reforma política: llevada a cabo entre 1.810 – 1.811, con la proclamación de la soberanía nacional, la promulgación de la separación de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) de acuerdo con es esquema de Locke y Montesquieu, la concesión de algunas libertades como la de imprenta y por último la aprobación de la Constitución de 1.812
La Constitución de 1.812: que ha sido denominada la pieza base del liberalismo español, y en la que además de afirmar los anteriores principios, se declaró expresamente que “la soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales, a través de las Cortes”
- Una segunda reforma en el plano administrativo: por la que se buscó centralizar y racionalizar los organismos e instituciones del país, sustituyendo la división de España en reinos por una nueva división en provincias (en realidad ya existentes aunque con distinta organización), con su Jefe Político o Gobernador Civil y una Diputación Provincial en cada una.
- Una tercera reforma en el plano social: que fue ejecutada entre 1.811 – 1.813 y que pretendió conseguir la liquidación del orden estamental. Para ello se decretó la abolición de las supervivencias del régimen señorial; una tímida desamortización eclesiástica (enajenación de las comunidades religiosas extinguidas o reformadas por el Gobierno de José I); la igualdad de todos los españoles ante la Ley y la supresión del Tribunal de la Inquisición.
- Una cuarta reforma en el plano económico: ejecutada entre 1.813 – 1.814, que estableció como puntos primordiales la libertad de trabajo (con lo cual quedaban suprimidos los gremios), la libertad de producción, de tráfico, de comercio y de precios.
PLANTEAMIENTO DE LA EMANCIPACIÓN AMERICANA:
Es un largo acontecimiento (1.808 – 1.824) y en el que su realización aparece envuelta en el proceso revolucionario occidental, al menos en el sentido de que la permite.
Es la invasión de España por las tropas francesas la que pone en funcionamiento el mecanismo que conduce a la lucha secesionista.
Se trata de la imposición de una normativa (orden total: la entronización de José Bonaparte) que provoca la reacción de los afectados en la península (no puede hablarse sólo de subversión de los privilegiados en el caso de España).
En la consiguiente remodelación del Estado, se abre camino una postura por entero revisionista, que configura el Estado (Los Estados) de nueva planta.
Es por ello que puede incluirse la Emancipación entre las Revoluciones de 1.755 a 1.848, con la particularidad de que sirve de nexo de unión entre las sucesivas fases de la Revolución Europea (Las de 1.789, 1.820 y 1.830)
Otra cosa es que la emancipación sólo sea esto. Otros historiadores hablan de que se trata de la expresión americana de la revolución burguesa, aquí encarnada en el elemento criollo; pero siendo cierto ese enfrentamiento de sectores de esa naturaleza al nuevo estado español bonapartista, otra vez se hace aquí preciso advertir que los factores implicados son más numerosos e incluso que la debilidad y a veces la ausencia de burguesía en algunas zonas de América ni siquiera autoriza a dar algún relieve a tal participación en todos los casos.
En este sentido puede afirmarse que la Emancipación fue una revolución prematura.
Los motivos: se admite y se insiste en la toma de conciencia y en el enfrentamiento de los criollos a la Administración peninsular.
Además del desenvolvimiento de su poder económico (que era real aunque se reducía a círculos geográficos muy restringidos), en ese enrarecimiento de la actitud criolla podrían haber influido muchos factores de incidencia social:
- La política reformista de los Borbones: que habría aumentado las cargas fiscales y desde luego acentuó la centralización
- La política española de protección de los indios frente a las exacciones que imponía a aquéllos
Se dice incluso en el terreno cultural, de la posible herencia del talante individualista legado por los españoles. Pero los elementos más importantes señalados en este orden se refieren a dos aspectos: la Ilustración y el pensamiento populista español
La Ilustración: su incidencia es lógicamente diversa, según las zonas y los niveles sociales. Se alude a la penetración en las Universidades y Sociedades de Amigos del País, a la difusión de la literatura liberal europea y estadounidense, a la acción de las sociedades secretas (La Masonería). En todo caso, hay que observar que todas estas realidades parecen haber alcanzado importancia muy tardíamente, incluso ya iniciada la lucha, en la segunda década del siglo XIX.
La influencia del pensamiento populista español: que habría supuesto la justificación de la independencia no en las doctrinas individualistas dieciochescas, sino en las concepciones iusnaturalistas hispánicas, que habían formulado en el siglo XVI el principio de la recepción de la autoridad, emanada en todo caso de Dios, por el individuo. Se trata de una postura documentada realmente como justificación del proceso emancipador que disminuye, por tanto, la importancia de los planteamientos ilustrados, pero no puede considerarse exclusiva.
No hay que olvida por último, que en algunos momentos (al menos en 1.820) y en determinados ámbitos (por ejemplo en Nueva España) la lucha toma cuerpo como movimiento antiliberal contra el constitucionalismo peninsular. Es otra paradoja muy importante en el fenómeno emancipador.
En rigor, aquella política reformista borbónica se incluye en el ámbito económico en la medida en que junto a otros fines, buscaba una más sistemática explotación del continente, tanto en lo que concierne a la producción como en lo que atañe al comercio.
Por lo mismo, la aspiración de los empresarios criollos a la libertad del comercio internacional ha sido apuntada como elemento importante.
Además de los aspectos gubernamentales implicados en todo lo dicho, la investigación va poniendo de manifiesto la importancia de algunos hechos concretos en determinados espacios geográficos:
- El tratado de límites de 1.750 entre Portugal y España, que lesiona intereses de las regiones afectadas.
- La expulsión de la Compañía de Jesús, que supone la desarticulación progresiva de sus misiones y enrarecimiento de la actitud de los sectores adictos a aquélla.
- Las luchas contra Inglaterra, que al forzar a los criollos a organizar la defensa en vista de la impotencia de la metrópoli, pudieron contribuir a la formación de la conciencia nacional (así en Centroamérica).
- La Administración mala y lejana, cuando no corrupta, sobre todo en tiempos de Carlos IV.
- La expresa ayuda británica a los movimientos emancipados.
- Los sucesos de 1.808, que al destruir el estado español y forzar la reconstitución ex novo, permiten asimismo la organización autónoma de las provincias americanas.
LAS JUNTAS (1.808 – 1.809): según advertíamos, el punto de partida del desencadenamiento vuelve a ser un problema de Derecho Político.
Las dudas sobre la validez de una abdicación sin consulta a Cortes (las abdicaciones de Carlos IV y Fernando VII en Bayona) y la falta de soluciones explícitas para ese problema en el ordenamiento jurídico peninsular imponen la necesidad de acudir a los principios generales del Derecho Hispánico, que serán, sin embargo, interpretados de forma diversa en España y América.
Las fuerzas vivas americanas siguen la tradición jurídica de la incorporación libre a Castilla, rechazan la imposición de José Bonaparte, pero cuestionan también la legalidad de las Juntas que se habían formado contra él en España, limitándose a plantear la conveniencia o no de supeditarse a ellas.
Y acaban por constituir Juntas propias que cumplen la misma finalidad que las españolas: no rechazar al monarca legítimo (Fernando VII) sino sustituirle en tanto siga cautivo. Existen pues dos fases:
- La primera fase a lo largo de 1.808: que mantiene en pleno vigor la autoridad virreinal, aunque con variantes notables. En Nueva España el Virrey Iturrigaray es sustituido por Garibay y luego por Lizarra, por imposición de la Audiencia, al negarse aquél a acatar a la Junta de Sevilla. En Nueva Granada, Perú y Río de la Plata, los virreyes Amar, Abascal y Liniers, reconocen en cambio la soberanía de esa misma Junta.
Al mismo tiempo personajes criollos aislados comienzan a buscar una solución propia que sea coherente no obstante con la legalidad española: pretenden resucitar la institución de la Regencia (como en el propio año 1.808 procura inútilmente Jovellanos en la Península)
Son las más importantes gestiones que desde el mismo año inician los acercamientos en ese sentido a Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII y esposa de Juan de Portugal, que se había refugiado en Brasil ante la amenaza napoleónica contra Portugal.
- La segunda fase centrada en 1.809: se caracteriza por el mantenimiento de la fidelidad a los Borbones como actitud predominante en América, pero también por aquella reasunción de la soberanía, bien sea justificada en la mera prisión de Fernando VII o bien por inspiración ilustrada.
Los dos criterios (fidelidad y soberanía), que son los mismos que se dan a la vez en la península se plasman allí también a partir de ese año en la formación de Juntas Propias: las primeras en Chuquisaca y La Paz)
Se trata de acontecimientos interpretados por la historiografía tradicional como brotes separatistas. Recientes investigaciones lo interpretan, sin embargo, como expresiones de fidelidad al monarca, sin afán de separación, pero sí de reasunción de la soberanía y de desobediencia a las autoridades virreinales, en razón de que éstas sólo obedecen a un centro de poder: La Junta Central Española, cuya legalidad y autoridad se discute en la propia península.
Durante el año 1.810 la formación de Juntas prolifera a lo largo de la América Española. Y la represión inmediata por parte de las mismas autoridades virreinales da lugar a la guerra: el llamado Golpe de Estado el 8 de Abril en Caracas; la Revolución de Mayo en Buenos Aires; el caso peculiar de Nueva España y los focos menores, guerra que no es separatista, sino civil.
LAS GUERRAS CIVILES (1.810 – 1.816): estas luchas no son guerras de Emancipación como afirmaba la tesis tradicional, sino guerras civiles.
Estas guerras enfrentan a los sectores fieles a las autoridades de la península (La Regencia y Las Cortes de Cádiz) contra Juntas y elementos que son también fieles al Rey y a España, pero que se dicen dispuestos a recrear por su cuenta al Estado, con los mismos derechos que han sido esgrimidos por las Juntas de la península para hacerlo, mientras Fernando VII siga en manos de Napoleón.
La veracidad de esta tesis no elimina del todo la existencia de separatistas, mezclados con frecuencia con los rebeldes autonomistas, pero parecen haber sido en todos los casos individuos aislados que constituyeron minoría, aunque al socaire de la situación lograron en grado diverso que las nuevas corrientes se abrieran paso (todo ello con la salvedad reiterada de Nueva España).
Hay que insistir por otra parte que hablamos de guerras y no de guerra civil; porque se trata de luchas locales o comarcales sin trabazón apenas, fuera de la existencia de aquellos tres focos iniciales (Nueva España, Venezuela y Río de la Plata), que en parte animarán la aparición de focos secundarios (Bogotá en Julio, Quito y Santiago de Chile en Septiembre de 1.840):
- Nueva España: desde luego es el levantamiento mejicano el más peculiar. En él sí surge desde el principio un empeño separatista, que de otro modo se justifica en razones inesperadas: la consabida política reformista de los Borbones, pero no sólo porque ha lesionado los intereses de algunos criollos sino porque ha atacado a la religión. Se trata en suma de un separatismo contrarrevolucionario..
Tras la fallida conspiración de Valladolid en 1.809, el levantamiento formal comienza en septiembre de 1.810. Lo acaudilla Miguel Hidalgo, párroco de Dolores, al parecer con la pretensión de separarse de España, pero precisamente para aclamar a Fernando VII en un futuro congreso, en vista del afrancesamiento atribuido al virrey Venegas.
Tras un año de lucha Hidalgo es capturado y ejecutado. Las partidas continúan actuando dispersas, no obstante. Y en octubre de 1.811 se incorpora a ellas José María Morelos, cura de Cuarácaro, relacionado con Hidalgo, que además de revitalizarlo da al movimiento la primera Constitución: El Decreto Constitucional para la libertad de la Americana Mejicana, aprobado en 1.814, sobre el modelo de la constitución española de Cádiz, por el Congreso que aquél reúne en Chilpancingo). En 1.815, también Morelos es prendido y ajusticiado. El movimiento languidece.
- Venezuela: la lucha en la capitanía General de Venezuela comienza a raíz del golpe de estado de abril de 1.810, cuando los autonomistas caraqueños, en cabildo extraordinario, deciden despojar del mando al brigadier Emparán (enviado por la Junta Central Española) y constituir una Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII, con este nombre.
La acatan todas las provincias de Venezuela, menos las de Coro, Maracaibo y Conayana (el oeste). Y comienza la lucha entre ambos sectores geográficos, que hacen también una guerra civil.
Será posteriormente en la propia guerra cuando los secesionistas consigan imponer su criterio en el Congreso General creado en 1.811 para sustituir a la Junta como Gobierno. El 5 de Julio declara la independencia de las que llama Provincias Unidas de Venezuela.
La guerra continúa, pero a partir de 1.812 cambia de signo. Los rebeldes capitulan en San Mateo, en julio ante las tropas fieles a Madrid.
En 1.813, Simón Bolívar (militar criollo de formación europea ilustrada) promueve un segundo levantamiento que acaba con su propia huida en 1.815, ante los refuerzos venidos de la península al mando del General Morillo, tras la expulsión de los franceses.
- Río de la Plata: el levantamiento de Buenos Aires radica en los sucesos de mayo de 1.810. La noticia de la ocupación de Andalucía por las tropas de José Bonaparte anima a los elementos autonomistas criollos a negar la autoridad del Virrey Cisneros. Intenta éste canalizar el movimiento con la reunión del cabildo abierto de la ciudad, que a instancia suya forma una Junta de la que forma parte el propio virrey. Pero la Junta es derrocada por la llamada Revolución de Mayo.
La Revolución de Mayo: se trata según la historiografía tradicional de un motín popular independentista o según estudios más recientes, de un mero golpe militar minoritario a favor de un régimen constitucional no separatista, sino autónomo. Los realistas se hacen fuertes en Córdoba, Montevideo y Asunción (cuyos patriotas se adelantan a declarar la Independencia en 1.811). Y contra estos focos y contra el Alto Perú realista se dirige la acción militar de la Junta boanerense de los años siguientes, únicamente con plena fortuna en lo que atañe a Cordoba. Lucha por tanto contra los independentistas y al mismo tiempo contra los realistas, en defensa de su posición intermedia de autonomía dentro del imperio español.
Sin embargo, en 1.816, el Congreso reunido en Tucumán por el Director Supremo (Jefe Provincial del Estado) González Balcarce, aprueba la Declaración de Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, sobre el texto inspirado en la Declaración de los Estados Unidos.
- La contraofensiva realista: las diferencias de comportamiento entre las provincias americanas ante el movimiento emancipador (autonomista en un principio, progresivamente secesionista) responde a motivos muy complejos que no es posible resumir (influencias culturales, formaciones sociales, desarrollo y tipo de actividad económica, previsión del sistema defensivo).
Destaca la situación de Perú, donde aunque no faltan las intentonas, esa política previsora del Virrey Abascal y el fidelismo preexistente en las fuerzas vivas limeñas no sólo eliminan el problema, sino que permiten la colaboración de tropas peruanas virreinales en la defensa del Alto Perú frente a la Junta Boanerense, en el restablecimiento del poder de la Audiencia de Quito y en la recuperación de Chile.
Finalmente, la expulsión de los franceses de España y la restauración de Fernando VII hacen posible el envío del Ejército de 10.000 hombres que manda el Teniente General Morillo. Las tropas eliminan el foco rebelde venezolano (1.815) y acaban con los levantamientos de Nueva Granada (1.816), al mismo tiempo en que languidece el movimiento mejicano,
En 1.815 – 1.816, tan sólo el virreinato del Rió de la Plata puede considerarse independizado y en pleno proceso de institucionalización revolucionaria, que va a culminar con la promulgación de la Constitución de 1.819, inspirada de nuevo en la gaditana.
LA EMANCIPACIÓN DE AMÉRICA LATINA:
En el medio siglo transcurrido desde la declaración de independencia de Estados Unidos (1.776) hasta el hundimiento del poder español en Perú (1.824), todo un continente se liberó de su tutela colonial.
La emancipación latinoamericana en particular, fue precipitada por la intervención francesa en la península Ibérica.
En América, como en la propia España, el sometimiento de las instituciones monárquicas a José I les privó de legitimidad y surgieron nuevos poderes locales.
Fueron sin embargo necesarios, tres lustros de guerras para que se consolidara la independencia de las nuevas naciones hispanoamericanas.
La emancipación: entre 1.804 y 1.828 proclamaron su independencia una docena de estados americanos:
- El primero en hacerlo fue Haití, tras una sangrienta insurrección de esclavos, que puso fin al dominio francés.
- En la América española, la independencia se consolidó tras prolongadas guerras, en las que resultaron decisivas las campañas del argentino José de San Martín y el venezolano Simón Bolívar.
- El último bastión del imperio español fue Perú, donde la guerra quedó decidida en 1.824, aunque la guarnición española de Callao resistió hasta 1.826.
- Brasil se separó de Portugal en 1.822
- Algunos de los nuevos estados se fragmentaron luego a su vez, como ocurrió en la Gran Colombia (1.830) y en las Provincias Unidas de Centroamérica (1.839)
- Uruguay, que había sido ocupado por los brasileños en 1.821, logró su independencia en 1.828
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