En el Congreso de Viena se inició un procedimiento peculiar de resolución de conflictos internacionales, que tuvo vigencia durante la primera parte del siglo XIX.
Este sistema, además de cuestiones territoriales, debía resolver los problemas asociados al conflicto entre revolución y restauración. Tenía, por tanto, fundamentos ideológicos, siendo los más importantes:
LEGITIMIDAD:
Principio que pretende la restauración de monarquías históricas, en particular los Borbón en Francia
Pero la legitimidad implicaba también el ejercicio pleno de la soberanía por parte de estos monarcas restaurados, habida cuenta de que su poder era de origen divino, y no dependía de procesos circunstanciales (e.j. el de Bonaparte)
Se eliminaba, por tanto, la posibilidad de la soberanía nacional
RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL DE LAS POTENCIAS:
Estas debían comprometerse claramente con el orden territorial y político establecido mediante el sistema de congresos
La responsabilidad global era colectiva, y cada Estado debía contribuir proporcionalmente a su poder
Los conflictos se debían resolver mediante congresos, y no mediante la guerra, teniendo en ellos también cada Estado una influencia proporcional a su potencia
Este principio implica la condena de la guerra como medio de resolución; y aunque no ha eliminado el recurso a la guerra, ha sido fundamental en las relaciones internacionales desde entonces
La intervención de las distintas potencias para restaurar el orden subvertido en algún Estado quedaba legitimada, pues el equilibrio interior afectaba al internacional, como demostraba el proceso revolucionario en Francia (es la justificación de la campaña de los Cien Mil Hijos de San Luis)
A continuación se analizarán los congresos celebrados bajo estos principios después de Viena. Estos congresos se inspiraban en el pensamiento restaurador anteriormente analizado, asociado generalmente con la Santa Alianza; pero supusieron un precedente importante para la diplomacia futura.
En el Congreso de Viena, las potencias acordaron celebrar reuniones en el futuro para velar por el cumplimiento del tratado y para ocuparse de las nuevas cuestiones, a medida que fueran presentándose. El resultado fue un buen número de congresos de las grandes potencias, que tuvieron importancia como paso experimental hacia la regulación internacional de los asuntos de Europa. Los congresos se parecían, a modo de tentativa y parcialmente, a la Sociedad de Naciones que surgió después de la Primera Guerra Mundial de 1914-1918, o a las Naciones Unidas que surgieron durante y después de la guerra de 1939-1945. En 1815, alarmadas tras el retorno de Napoleón, las potencias habían suscrito también la Santa Alianza de Alejandro I, que pasó a ser la denominación popular de la colaboración de los estados europeos en los congresos. La Santa Alianza, que comenzó con una declaración de propósito cristiano y de concordia internacional, fue convirtiéndose, gradualmente, en una alianza para la supresión de la actividad revolucionaria e incluso de la liberal, siguiendo, en este sentido, la tendencia de los gobiernos que la formaban.
EL CONGRESO DE AQUISGRÁN (1818):
El motivo de su convocatoria fue la retirada de los ejércitos aliados de ocupación de Francia, que dificultaban la aceptación popular de Luis XVIII al apoyarse en tropas extranjeras. Todas las potencias aceptaron su retirada antes del plazo fijado en la segunda Paz de París.
De nuevo se discutió la actuación frente a amenazas hegemónicas o procesos revolucionarios. Rusia incluso propuso la creación de una fuerza militar estable para la intervención en estos casos, con la cual los soberanos tendrían garantías de estabilidad suficientes para no necesitar reprimir las ideas liberales, y poder por tanto otorgar cartas constitucionales (cosa que Alejandro I estaba dispuesto a hacer en Finlandia y Polonia, pero no precisamente en Rusia).
Pero Gran Bretaña rechazó esta propuesta, prefiriendo la decisión puntual ante cada contingencia concreta, tal como había ocurrido durante todo el proceso revolucionario e imperial francés.
El mismo problema de autonomía de los Estados ante los compromisos internacionales planteaban dos cuestiones relacionadas con la navegación marítima: el tráfico de esclavos y la piratería:
- Para impedir ambas actividades, se necesitaba una gran flota, que solo Gran Bretaña tenía
- Pero someter esta flota a regulaciones u órganos internacionales limitaba la soberanía británica; y las demás potencias temían que la autorización de la flota británica para las actividades coactivas necesarias para resolver los dos problemas mencionados diera a este país un control absoluto del mar
- Por tanto, ninguno de los problemas marítimos se pudo resolver
- De hecho, el comercio esclavista siguió aumentando, favorecido por la creciente demanda de algodón
EL CONGRESO DE TROPPAU (1820):
En 1820, se produjeron movimientos liberales en España y Nápoles, que obligaron a los monarcas de ambos Estados a jurar sendas constituciones: la de Cádiz en España y una similar en Nápoles
Para las monarquías absolutas, esto implicaba nuevos brotes revolucionarios que debía sofocarse inmediatamente, puesto que podían extenderse fácilmente como había ocurrido con el proceso francés.
Además, Austria aspiraba al control completo de Italia, y como Estado absolutista no podía tolerar allí una monarquía constitucional. Por tanto, Metternich convocó un nuevo congreso en Troppau, al que asistieron las cinco grandes potencias (Austria, Rusia, Prusia, Gran Bretaña y Francia):
- Rusia, Alejandro I había defendido que los súbditos debían recibir garantías constitucionales mediante el sistema de carta otorgada; pero que éstas en ningún caso debían ser impuestas por movimientos revolucionarios, lo que equivalía a la soberanía nacional, habida cuenta de que la única soberanía legítima era la del monarca. Puesto que él mismo, como rey de Polonia, había fracasado en su intento de implantar este sistema debido a la reivindicación de la soberanía nacional por los polacos, ahora aceptaba finalmente la tesis de Austria de que la monarquía debía ser absoluta e ilimitada
- Prusia defendía el mismo principio
- Gran Bretaña y Francia, sin embargo, rechazaron una posible obligación de intervenir contra procesos políticos internos de otros Estados
Por tanto, Austria, Prusia y Rusia acordaron la intervención contra el constitucionalismo napolitano, la cual fue ejecutada por Austria en nombre de las tres monarquías absolutas. Siendo éstas precisamente las integrantes de la Santa Alianza, en adelante la acción de los congresos sería identificada con la misión reaccionaria que aquélla tenía.
El Protocolo de Troppau: firmado por Austria, Prusia y Rusia, se comprometían a intervenir militarmente contra los procesos revolucionarios en cualquiera de los Estados europeos reconocidos por el sistema de congresos
EL CONGRESO DE VERONA (1822): los Cien Mil Hijos de San Luis y la doctrina Monroe
Durante el dominio francés de España, varias comunidades hispanoamericanas habían comenzado su independización de la metrópolis, tomando como ejemplo las revoluciones angloamericana y francesa; al objetivo de la emancipación nacional unían, por tanto, el de la abolición del Antiguo Régimen.
Estos movimientos fueron parcialmente derrotados al finalizar las guerras napoleónicas, pero se reanudaron inmediatamente. En España, hubo entre 1820 y 1823, un régimen liberal que había conseguido que Fernando VII jurase por segunda vez la Constitución de 1812, tras haber traicionado el mismo juramento anteriormente.
Otro problema surgido en la misma época fue el de la emancipación griega. Un movimiento nacional y liberal se desarrolló desde Rusia, con el objetivo de conseguir la sublevación general de los griegos contra el Imperio otomano. Pero este movimiento no tuvo mucho apoyo social; el mismo Alejandro I, que hubiera podido ejercer una gran influencia sobre un nuevo Estado griego, renunció a ello en defensa de la solidaridad internacional de los soberanos contrarrevolucionarios.
Estos fueron los asuntos tratados por el Congreso de Verona.
En cuanto a las colonias españolas en América:
- Alejandro I propuso la intervención, de acuerdo con el Protocolo de Troppau
- Gran Bretaña lo rechazó, pues sus intereses comerciales estaban bien instalados en Hispanoamérica, y podían beneficiarse aún más mediante acuerdos bilaterales con Estados independientes
- Como la intervención militar contra América dependía de la colaboración o neutralidad de la flota británica, al rechazar Gran Bretaña la propuesta rusa, ésta no se pudo desarrollar, y las repúblicas hispanoamericanas consolidaron su independencia
- Precisamente debido a la posibilidad de Gran Bretaña de intervenir en América, el presidente de Estados Unidos, James Monroe, formuló en 1823 la doctrina que lleva su nombre
- La doctrina Monroe (1823): Estados Unidos consideraría actos hostiles cualesquiera mediante los que las potencias europeas, incluida Gran Bretaña, intentasen restaurar la situación colonial en América
Es interesante contraponer el Protocolo de Troppau y la doctrina Monroe:
- El Protocolo de Troppau: buscaba la intervención solidaria contra los procesos revolucionarios
- La doctrina Monroe: impedía que los Estados europeos interviniesen cuando estos procesos tuviesen lugar en América
En cuanto a la España metropolitana:
El régimen liberal permitió que el país fuese refugio de liberales y revolucionarios perseguidos en otros
Por ello, Luis XVIII propuso al Congreso la intervención de Francia en nombre de éste
Aprobada la propuesta, el ejército francés denominado los Cien Mil Hijos de San Luis (1823), penetró en España derribando el régimen liberal y restaurando el absolutismo en beneficio de Fernando VII
El monarca español había pedido a Luis XVIII la intervención
Fernando VII, traicionó una vez más el juramento constitucional, dando fin al Trienio Laboral
EL FINAL DEL SISTEMA DE CONGRESOS:
El Congreso de Verona fue el último de los celebrados.
El sistema no había funcionado para asegurar colectivamente el orden internacional, puesto que cada potencia había defendido en todo momento sus propios intereses:
- Austria y Francia, defendían la represión de los movimientos revolucionarios en los países sobre los que pretendían ejercer su influencia (Nápoles y España)
- Gran Bretaña defendía su autonomía en política exterior y marítima, sin aceptar compromisos a largo plazo
Los congresos se habían convertido en un medio de las monarquías absolutas de legitimar la persecución de los movimientos nacionales y liberales allí donde se producían; pero precisamente estos movimientos eran las ideologías emergentes de la época, y estaban quedando excluidos del sistema político de las monarquías absolutas.
Por el contrario, Gran Bretaña y Francia tendían a acercarse al liberalismo, especialmente en los aspectos económicos.
Francia incluso llegó a abandonar la Santa Alianza.
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